Cuando era un joven que crecía en las montañas de Blue Ridge del país, estaba fascinado con la lectura de las grandes batallas y profecías de la Santa Biblia. No había duda entonces, como no la hay ahora, en mi mente, que la Biblia es la Palabra inmutable de Dios. Mis dos libros favoritos fueron Daniel y Apocalipsis -el colorido simbolismo de los dragones, la hermosa dama cuya corona eran las doce estrellas y la luna sobre la que se encontraba en pie-. Por supuesto, tomé todos esos símbolos como realidad, y en un sentido espiritual, eran tan reales como los árboles del bosque. Pero Dios escribe de una manera que evoca tanto asombro como comprensión. El gran dragón rojo es real, este tuvo su comienzo como un ángel de luz que fue arrojado del cielo.

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¡Gracia y Paz del Señor!
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