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“Examinadlo todo; retened lo bueno”. (1 Tesalonicenses 5:21)

Hubo tres grandes doctrinas o principios que ganaron la batalla de la Reforma Protestante. Estos tres fueron: la suficiencia y supremacía de la Sagrada Escritura; el derecho al juicio privado; y la Justificación solo por la fe, sin las obras de la ley.

Estos tres principios fueron las claves de toda la controversia entre los reformadores y la Iglesia de Roma. Si nos mantenemos firmes en ellos cuando discutimos con un católico romano, nuestra posición es inexpugnable, ningún arma que la Iglesia de Roma pueda forjar contra nosotros prosperará. Si renunciamos a alguno de ellos, nuestra causa se pierde. Como Sansón, con el pelo rapado, nuestras fuerzas se irán. Como los espartanos, traicionados en las Termópilas, seríamos flanqueados y rodeados. No podemos mantener nuestro terreno. La resistencia es inútil. Tarde o temprano tendremos que deponer las armas y rendirnos a discreción.

Recordemos esto cuidadosamente. La controversia católica romana está sobre nosotros una vez más. Debemos ponernos la armadura vieja, si no queremos que nuestra fe sea derrocada. La suficiencia de la Sagrada Escritura, el derecho al juicio privado, la justificación solo por la fe, estos son los tres grandes principios a los que siempre debemos aferrarnos. Agarrémoslos firmemente y nunca los dejemos ir.

 

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¡Gracia y Paz del Señor!
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