John Rogers, que fue quemado en Smithfield en 1555, es un hombre que merece ser especialmente honrado por todos los protestantes ingleses, por una sencilla razón. Fue el primero de ese noble grupo de héroes cristianos que sufrieron el martirio por la verdad de Dios en el reinado de la reina María. Por su coraje y constancia en la hoguera proporcionó un glorioso ejemplo a todos los que lo siguieron, y ayudó poderosamente a impulsar la Reforma Inglesa. Algún relato de este buen hombre difícilmente puede dejar de ser interesante para todos los eclesiásticos leales. En el noble ejército de mártires ingleses fue eminentemente un abanderado.