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     PORQUE en estos días se ha manifestado una gran desidia y negligencia de un gran número de personas en acudir a la Iglesia para servir a DIOS, su Padre celestial, de acuerdo con su obligación más estricta, así como un comportamiento muy poco decoroso e irreverente por parte de muchas personas en la misma cuando están reunidas, y por lo tanto debemos tener cuidado de no despertar la ira de Dios, y sus terribles plagas que se ciernen sobre nuestras cabezas por nuestras graves ofensas debido a estos comportamientos, entre otros muchos y grandes pecados que cometemos reiteradamente y a diario ante el Señor. Por lo tanto, para el descanso de todas nuestras conciencias, y para evitar el peligro y la plaga de juicio que se cierne sobre nosotros, consideremos lo que puede decirse fundamentados en el Santo Libro de Dios sobre este asunto, al que os ruego que prestéis atención, ya que es de gran importancia y os concierne a todos. Aunque la eterna e incomprensible Majestad de Dios, el Señor de los cielos y de la tierra, cuyo trono es el cielo, y tiene a la tierra por su estrado, no puede ser encerrada en templos o casas hechas por la mano del hombre, como en moradas capaces de abarcar o contener su Majestad, según es evidentemente declarado por el Profeta Isaías, y por la doctrina de S. Esteban y S. Pablo en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Isaías 66.1; Hechos 7:48, 49; 17:24). Y siendo que incluso el rey Salomón (que construyó para el Señor el Templo más glorioso que jamás se haya hecho) dice: Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Y además confiesa: ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique casa al Señor? Pero con todo, sólo se ha construido con este fin, para que consideres la oración de tu siervo, y su humilde súplica (1 Reyes 8:27; 2 Crónicas 2:6, 2 Crónicas 6.18,19). Así, nosotros debemos entender entonces que nuestras Iglesias son lugares mucho menos apropiados y adecuados de alojamiento para recibir la incomprensible Majestad de DIOS.

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¡Gracia y Paz del Señor!
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