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  “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).

     “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos” (1 Corintios 7:14).

     El carácter del anglicanismo se encuentra muy bien enmarcado en las locuciones latinas “lex orandi”, “lex credendi” y “lex vivendi”, es decir, la ley que se ora, es la ley de lo que se cree y la ley de lo que se vive. De esta forma, debemos establecer que el Libro de Oración Común no es un conjunto de ritos hechos de forma casual o fortuita, vacío de un contenido doctrinal, bíblico y teológico, lejos de esto, el Libro de Oración Común es una confesión de fe expresada en forma de liturgia que se encuentra estrechamente cohesionado con el resumen de nuestra fe expresado en los Treinta y Nueve Artículos de la Religión y las homilías. En otras palabras, la forma correcta de abordar e interpretar los diversos ritos consignados en el libro de oración común es bajo la luz y dirección de los Artículos de la Iglesia Anglicana y las homilías, especialmente aquellas que fueron el resultado de la pluma de Thomas Cranmer. 

     Debemos advertir que históricamente han existido diversos conceptos sobre el significado del bautismo y la forma de aplicarlo, en este ensayo no pretendemos abordar el tema desde la perspectiva de un debate interdenominacional, discutiendo todos los puntos de vista al respecto, sino que buscamos establecer la doctrina de la regeneración contenido en el formulario para “La Ministración del Bautismo Público de Infantes” en el Libro de Oración Común en su versión de 1662. Así pues, la cuestión que subyace a nuestro tema es, ¿Qué doctrina de la regeneración se sustenta en nuestra liturgia para el bautismo de infantes? ¿La regeneración bautismal católico romana o la regeneración como obra soberana del Espíritu Santo? ¿Es la práctica anglicana del sacramento del bautismo realizada desde una perspectiva “opus operatum”, es decir, por la fuerza sola de la acción sacramental, así como quema un hierro candente[1] o más bien estos nos ofrecen una promesa de bendición divina por medio de la palabra y de la cual nos apropiamos por la fe?

[1] Conc. Trident. Sess. VII., Cans. 6 y 8

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¡Gracia y Paz del Señor!
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