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La Época actual pretende un amor tan grande a la razón, que esta puede incluso esperar ser aceptada simplemente por su nombre; lo cual será más pronto, si el lector sabe, que el autor lo expresa no como una pieza completa y justa, y mucho menos como una pieza pública y auténtica, sino como su propio ensayo privado (totalmente sometido a la censura de nuestra Santa Madre, La Iglesia, y los Reverendos Padres de la misma) y compuesto con el propósito de impedir que algunos avancen en ese sentido, al que, se teme, dirán algunos, conduce. El diseño del autor no fue, primero mediante la retórica, cortejar los afectos, y luego, con su ayuda, llevar el entendimiento; sino todo lo contrario, mediante la razón, trabajar sobre el juicio, y dejar que éste se ocupe de los afectos.

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¡Gracia y Paz del Señor!
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